Desembrujamiento

COMBATIR MALEFICIOS

”Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes”. — Efesios 6:11-12

Antonello da Messina (1430–1479)
Exorcisme Horne, fecha desconocida. Técnica y dimensiones desconocidas. Colección Horne.

El embrujamiento o maleficio consiste en la acción dirigida de una voluntad sobre otra persona con la intención de generar daño físico, psíquico o emocional. Puede ser inconsciente, cuando surge de pensamientos negativos o envidias sin intención deliberada, o consciente, cuando alguien actúa con odio, rencor o interés. La efectividad del maleficio depende de la susceptibilidad del afectado, mientras que las personas equilibradas, protegidas por su fuerza interior y por guardianes invisibles, permanecen inmunes a estas influencias negativas.
El fenómeno subyacente del embrujamiento es la influencia psíquica, donde la mente y la energía de un individuo afectan a otro, generando perturbaciones como contracturas, crisis nerviosas, alucinaciones o síntomas histéricos. Esta acción nociva puede manifestarse de manera verbal, mental o energética, afectando especialmente a quienes tienen una mayor sensibilidad emocional. La protección surge del equilibrio interno y de la confianza en las propias fuerzas, que actúan como barrera frente a la sugestión malintencionada.
El desembrujamiento consiste en neutralizar estas influencias mediante técnicas psíquicas, sugestión dirigida y fortalecimiento interno. La primera etapa es alcanzar un estado de limpieza mental, eliminando pensamientos negativos y manteniendo serenidad y concentración. La segunda etapa implica fortalecer las fuerzas espirituales, desarrollando la voluntad y la energía psíquica para crear un escudo protector. Finalmente, se dinamizan las fuerzas astrales personales, activando la energía vital que rodea al individuo y neutralizando los efectos de maleficios o sugestiones externas.
El desembrujamiento no requiere rituales supersticiosos ni intermediarios; se basa en el ejercicio consciente de la mente y la voluntad, junto con la activación de la energía psíquica propia. Esto permite recuperar el control sobre la salud física y mental, anulando perturbaciones originadas por influencias externas. En síntesis, es una práctica de defensa psíquica, donde el equilibrio interno, la concentración y la energía vital del individuo se convierten en las herramientas más poderosas contra cualquier influencia dañina.